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«Vamos a esperar, aún es pronto».

VAMOS A ESPERAR AUN ES PRONTO 1

 

Hay ocasiones en las que, como familias, sospecháis que el desarrollo de vuestro hijo o de vuestra hija no está sucediendo de manera adecuada. Empezáis a pensar que algo no va bien y comienzan las preocupaciones. La pregunta es ¿debemos esperar para consultar?

«¿Será normal que aún no ande?», «se le entiende regular, ¿tendrá algún problema?», «parece que le está costando aprender a leer», «su hermano/a mayor a su edad ya hacía eso».                                                                                                                               [Nota: las comparaciones entre peques no son buenas porque no hay dos cerebros que se desarrollen de la misma manera, pero en muchas ocasiones es muy difícil no hacerlo].

Os ponéis en marcha y lo comentáis con personas cercanas de vuestro entorno, abuelas o abuelos, algunas amistades cercanas, o, si ya estáis muy preocupados acudís a diferentes profesionales, ya sean clínicos, como su pediatra, o educativos.

Y es aquí donde comienza mi crítica.

En más ocasiones de las que nos gustaría, hemos escuchado eso de “aún es pronto, vamos a esperar a que madure un poco”. [Spoiler: los niños y las niñas no son piezas de fruta, no tienen que madurar].

Esta afirmación, venga del profesional que venga, puede ser un tanto peligrosa.

Conocemos perfectamente cómo se van sucediendo los diferentes hitos del desarrollo de los niños y las niñas desde que nacen. Sabemos qué cosas deben ir apareciendo a cada edad, ya sea a nivel motor, de lenguaje, social. E incluso, conocemos diferentes signos de alarma, que de aparecer o de mantenerse en el tiempo, nos informan de que algo puede ocurrir en el desarrollo del sistema nervioso central.

Hay unos rangos de edad en los que es esperable que aprendan ciertas habilidades y, en caso de que su aparición se demore, es conveniente acudir a un profesional.

Tabla de desarrollo Haizea-Llevant
Tabla de desarrollo Haizea-Llevant.

¿Por qué no debemos esperar?

Ante estas señales de alarma, las personas especializadas en el desarrollo infanto-juvenil, como las personas que nos dedicamos a este ámbito desde la psicología, podemos valorar si hay alguna dificultad en el desarrollo. Por medio de observación directa, entrevistas con su entorno, tanto familiar como académico y a través de diferentes protocolos de valoración, dependiendo de cada edad, podremos saber si realmente esta preocupación inicial que venía por vuestra parte es real o si, por el contrario se trata de conductas normales para su edad y que, con unas pequeñas pautas, probablemente quede en nada.

Si realmente la sospecha de que ocurre algo en el neurodesarrollo es real, es imprescindible que se pueda intervenir lo antes posible. Esperar a que un niño o niña mejore con el paso del tiempo por sí mismo/a, no solo no ayuda, sino que además es privarlos de oportunidades en su desarrollo, porque es necesaria una estimulación adecuada para que se desarrolle de la manera más favorable para él o ella.

Para que un desarrollo sea adecuado, deben de ir superándose distintas etapas, ya que las siguientes que surgirán se van apoyando en las anteriores. Incluso estas destrezas se van mejorando con el paso del tiempo, por lo que, de no lograrlo de manera adecuada, repercutirá en el desarrollo de todo lo que tenga que ir sucediendo posteriormente.

Sabemos que el pronóstico es mejor cuando la intervención se realiza de manera temprana.

Por lo que si tienes dudas sobre el desarrollo de tu peque, consulta siempre con un profesional de la psicología infanto-juvenil. Como se suele decir, mejor pasarse que quedarse corto.

Si te da esa respuesta de “hay que esperar” sal corriendo y pide una segunda opinión.

Si tienes dudas sobre el desarrollo de tu hijo o hija, te puedo ayudar. ¡Ponte en contacto conmigo a través de una asesoría y hablamos!

También puedes encontrar más información en el apartado de servicios.

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